No
existe en el ánimo popular la suficiente confianza que tal o cual candidato va
a trabajar por el país. Por más que voten a una determinada lista todos parecen
haber perdido la esperanza de un cambio. Lo que sucede, es que los discursos ya
no es un recurso convincente. Son solo palabras vacías que no remedia la herida
de la pobreza. Todos los que hoy se presentan como candidatos ya tuvieron su
paso por el poder y no solucionaron absolutamente nada.
En
las conversaciones cotidianas de los ciudadanos siempre aparece la política
como tema. Muchas veces con toque de humor, dramatismo, tragedia o no hay
palabras que describan los que sienten por la política.
Según
la creencia popular la política y la economía deberían buscar el bien común. La
mayor pesadumbre es trabajar y que el sueldo no alcance. Comprar alimentos y
otros insumos se hace un privilegio. Aunque el gobierno tome medidas de
emergencia solo son migajas que no llegan a ser pan. Ni hablar de la
inseguridad.
En
las últimas semanas se llevaron a cabo los debates de candidatos a vice presidente
y no hubo propuestas sino simplemente ataques personales, violencia contra
otros pensamientos y sobre todo chicanas. Reitero: Cero propuestas. Y todo
termina siendo una burla ante la ciudadanía. La insistente negación de la
realidad por parte de los que gobiernan y pretenden gobernar producen la mayor
grieta: los que viven acomodados en su sillón de poder y los que deben ajustar
sus sillas para evitar una caída estrepitosa. Un pequeño emprendedor como tantos
tuvo que cerrar su negocio porque cada vez compraba mas caro los productos y no
hay dinero que alcance sumado a los impuestos y deudas adquiridas. Nadie mira esas
realidades, solamente se dedican a defender su propio rancho y que los demás
coman migajas. Como los discursos no convencen se dedican al espectáculo
televisivo de la ofensa contra el otro. Es decir, no trabajan para los
ciudadanos sino para la televisión y las redes sociales.
¿Qué
debemos hacer ante esta realidad? Simplemente no dejarse alimentar con “esperanzas
vacías”. No hay que esperar lo mejor de ellos, sino de nosotros mismos. A veces
resulta difícil mantener la cautela cuando te das cuenta que pisotean tu dignidad.
Pero la única manera de dar vuelta de rosca a esta crisis es empezar a cambiar la
mirada sobre lo que somos y hacemos. La verdadera esperanza va a estar en la
medida que accionemos desde el respeto por la libertad y derecho del otro, tener
conductas honestas y no dejarse contagiar por la violencia ejercida desde el
poder político.
Es
tiempo de iniciar otras maneras de hacer política para lograr que ellos al
menos se sientan exigidos a caminar como el pueblo quiere caminar. Cada uno
debe ir a votar con la certeza que busca un ideal de vida para sostener esta
democracia apabullada por la desigualdad y las injusticias. Ellos deben sentir
que ahora nosotros exigimos lo que Bertolt Brecht expresa en “La canción del
parche y el abrigo”: “Necesitamos no sólo el parche sino también el abrigo.
Necesitamos no sólo la migaja sino también todo el pan. Necesitamos no sólo el
puesto de trabajo, sino toda la fábrica y el carbón y el mineral y el poder del
Estado. Bien, eso es lo que necesitamos. Pero, ¿Qué nos ofrecen ustedes?”.