Con la participación de 1.000 congresistas de todo el país, culminó este domingo el VI Congreso Misionero Nacional (Comina6), que se desarrolló desde el viernes en el colegio Don Bosco de la ciudad de San Luis y cuyo lema fue "Argentina, con la fuerza del Espíritu, testigos de Cristo".
Luego de asistir a la presentación del Congreso Americano Misionero (CAM6), los participantes compartieron las conclusiones del Comina y emprendieron la marcha misionera hacia la catedral de la capital puntana, presididos por la imagen de la Virgen Reina de las Misiones.
El presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, monseñor Fernando Croxatto, presidió la misa de cierre y envío de los misioneros en la puerta de la catedral San Luis Rey, que fue concelebrada por numerosos obispos y sacerdotes.
“No puedo arrancar ninguna misión si no tengo en el corazón el rostro de los hermanos”, aseguró en su homilía el también obispo de Neuquén, señalando que “no podemos irnos de este congreso sin llevarnos a Jesús en el corazón y aprender de Él a mirar a los ojos”.
Refiriéndose a la lectura del Evangelio, recordó que “Dios está preparando una fiesta final para todos sus hijos, a quienes quisiera ver sentados a su mesa disfrutando del banquete de la vida plena”, y destacó que ese banquete “se debería ir preparando desde aquí abajo”.
“Lo único que se necesita para acceder es el vestido nupcial de la fe, que se adquiere con la escucha de su Palabra”, indicó el prelado, asegurando que “no debemos tener ni un momento de descanso sabiendo que no todos han recibido aún la invitación a la cena, o que otros la han olvidado o perdido en los tortuosos caminos de la vida de los hombres”.
Sin embargo, destacó que “nadie va a entrar a gustar de esta mesa fraternal llena de gozo y de paz sino por Cristo, que dijo ‘Nadie va al Padre sino por mí’. Este es el motivo fundamental por el que la Iglesia es misionera”.
Tras recordar que “la primera evangelización fue fruto de la irrupción impetuosa del Espíritu Santo”, sostuvo que no habrá evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo, por lo que animó a “dejarse empujar por el viento huracanado del Espiritu, para que encienda nuestros corazones en esta tarea hermosa y urgente”.
Para concluir, monseñor Croxatto invitó a los presentes a renovar sus promesas de confirmación.