La Iglesia Católica del Regional Norte 1 de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) ha decidido caminar con firmeza hacia una cultura del cuidado. Su apuesta: la prevención y el combate del abuso y la explotación sexual de niños, adolescentes y adultos vulnerables, como eje permanente en sus directrices pastorales.
“Evangelizar es cuidar”, ha dicho el Papa Francisco en distintas ocasiones, y el cardenal Leonardo Ulrich Steiner, arzobispo de Manaos y presidente del Regional Norte 1, lo reafirma: “Se trata de un verdadero trabajo pastoral, porque se trata de cuidar”. La Iglesia amazónica lo ha entendido: no basta con condenar los abusos, es necesario prevenirlos, formarse y acompañar con humildad a las víctimas y sus familias.
La formación de agentes pastorales es esencial. Es en ellos y ellas donde se gesta un verdadero cambio cultural, tal como lo indica el pontífice. El encuentro en Manaos tuvo el propósito de compartir experiencias, adquirir habilidades y discernir estrategias que permitan proteger con mayor eficacia a los más vulnerables. Es una acción evangelizadora con rostro humano.
El camino emprendido no es improvisado. El Regional Norte 1 ha elaborado un Decreto, Reglamento y Manual para la Protección de Niños, Adolescentes y Adultos Vulnerables, documentos que actúan como guía operativa para las comunidades eclesiales y también para otros actores sociales comprometidos con la prevención.
Este trabajo fue resaltado recientemente por el periodista Luis Miguel Modino, corresponsal en América Latina para Religión Digital, al documentar los avances de esta experiencia en el norte de Brasil.
El desafío, según Mons. Hudson Ribeiro, obispo auxiliar de Manaos, es el de “optimizar las acciones, identificar quién ya está cuidando, dar forma y coherencia a lo que ya se viene haciendo, y responder con sensibilidad ante cada caso”. Este trabajo a muchas manos, con la participación activa de obispos, laicos, religiosas y expertos, refleja una Iglesia que ha hecho suya la metodología sinodal: escuchar, discernir y actuar.
Lo que está en juego es la conversión pastoral y estructural frente a una realidad dolorosa que por años fue silenciada. La decisión del Regional Norte 1 de colocar la protección de menores y personas vulnerables como una causa permanente es, en palabras de Ribeiro, “un mosaico de esperanza”.
Esperanza que se manifiesta en los rostros de quienes asumen esta causa, en la voluntad de no dejar caer en el vacío ninguna denuncia, y en la decisión de construir una Iglesia que consuela, acompaña y protege. Una Iglesia que, en medio de las dificultades de la región amazónica, sigue optando por estar presente donde más duele, donde más se necesita.
El trabajo de la Iglesia amazónica brasileña no es aislado. Se inscribe en un proceso continental que busca avanzar hacia una Iglesia sin abusos, como lo propuso el Papa Francisco en el Encuentro sobre la Protección de Menores de 2019 y como promueven hoy las Iglesias de América Latina en clave de sinodalidad y justicia restaurativa.
Lo que está ocurriendo en el Regional Norte 1 es una señal clara de que la Iglesia puede y debe ser agente de transformación. Es posible construir espacios seguros, transparentes y coherentes con el Evangelio de Jesús, ese que puso siempre a los pequeños en el centro de su amor y misión.