La sangre inocente derramada, los niños atrapados bajo los sangrientos bombardeos, muchos testigos de la fe secuestrados y asesinados pero que no se dieron paso atrás ante la Cruz. Son muchas las imágenes que Francisco, en seis años de Magisterio, ha ofrecido al mundo para que no distrajera su mirada de la inhumana guerra en Siria. El Papa se hizo voz de esperanza, de paz, de compromiso, sin ocultar las dificultades del diálogo entre las partes y el gran riesgo de convertir el conflicto en una "persecución brutal" de las minorías religiosas. La preocupación del Papa se ha dirigido en varias ocasiones a los refugiados y desplazados que huyen de la guerra y de la violencia que "sólo crea nuevas heridas, crea más violencia".
Más de una docena de llamamientos en el Ángelus, en elRegina Coeli. Siria es un elemento constante en los mensajes Urbi et Orbi que pronuncia el Papa; lo mismo sucede en las audiencias generales los miércoles, cuando el derramamiento de sangre irrumpe y conmociona a causa de la violencia con el que se comete. Francisco hace oír el grito de paz a los grandes de la tierra que encuentra, escribe por ejemplo al Presidente ruso Vladimir Putin en la cumbre del G20 en San Petersburgo (5 de septiembre de 2013), pidiendo "una solución pacífica mediante el diálogo y la negociación entre las partes interesadas con el apoyo unánime de la comunidad internacional".
El 12 de diciembre de 2016 escribe al Presidente sirio Bashir Al-Assad, enviando una carta que envió por medio del Nuncio Apostólico en Siria, el Card. Mario Zenari, otro incansable embajador de paz. Pide "una solución pacífica de las hostilidades", la protección de los civiles, el acceso a la ayuda humanitaria y condena "todas las formas de extremismo y terrorismo, vengan de donde vengan".
"Quiero decirles que no están solos": así explica Francisco su presencia, junto con el Patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé, en Lesbos el 16 de abril de 2016, dirigiéndose a los refugiados acogidos en el campo de Moria. En el avión que lo lleva de vuelta al Vaticano hay también tres familias sirias. Es un gesto que va más allá de las palabras; es un gesto que es el amor de la Iglesia por los débiles, es la caricia de Jesús a los hambrientos de hoy.
Tres años más tarde, el Papa envía al Cardenal Konrad Krajewski, Limosnero Pontificio, para que lleve su cercanía y una donación de 100.000 euros a los migrantes alojados en las estructuras de la isla. También en 2019, en el Vía Crucis del Coliseo, dos sirios estrechan fuerte la cruz en la duodécima estación. Las manos alrededor de la madera recuerdan las palabras del Papa en la Carta a los cristianos de Oriente Medio de 2014: “¡Que podáis dar siempre testimonio de Jesús en medio de las dificultades!” “Sois como la levadura en la masa”, escribía Francisco.
Dieciocho días después de su elección, Francisco en su mensaje Urbi et Orbi recuerda "a la amada Siria" y a la población herida por el conflicto, pero también "a los numerosos refugiados que están esperando ayuda y consuelo".
¡Cuánta sangre derramada! ¿Y cuánto dolor se ha de causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?
Una pregunta que repite varias veces a lo largo de los años. El Papa pide "valor" y "decisión" para emprender el camino de la negociación, sin escatimar esfuerzos. La oración es la fuerza a la que aferrarse en el dolor y las dificultades, por eso promueve una Jornada de Ayuno y Oración por la Paz en Siria, en Oriente Medio, para el 7 de septiembre de 2013, en todo el mundo. "¡La humanidad - dice Francisco en el Ángelus del 1 de septiembre de 2013 - necesita ver gestos de paz y escuchar palabras de esperanza y de paz!”
La preocupación de Francisco a lo largo de los años y en vista de las cumbres internacionales sobre Siria, es respetar el derecho humanitario. En repetidas ocasiones pide garantías para la evacuación de civiles y elogia la acogida de países como el Líbano, Jordania y Turquía. Desde Lesbos, en 2016, el Papa, junto con el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo de Atenas Ieronymos, firma una Declaración conjunta para implorar el fin de la guerra e intensificar los esfuerzos para acoger a los que huyen.
Hasta que dure la situación de necesidad, pedimos a todos los países que extiendan el asilo temporal, ofrezcan el estado de refugiados a quienes son idóneos, incrementen las iniciativas de ayuda y trabajen con todos los hombres y mujeres de buena voluntad por un final rápido de los conflictos actuales.
Ante los secuestros de cristianos y musulmanes, entre estos obispos y religiosos, Francisco pide que detengan las armas y en la Carta a los cristianos de Oriente Medio habla de las tribulaciones causadas por el así llamado Estado islámico.
Por desgracia, nunca han faltado tribulación ni aflicción en Oriente Medio tanto en el pasado como recientemente. En los últimos meses se han agravado debido a los conflictos que afligen a la Región, pero especialmente por la actividad de una reciente y preocupante organización terrorista, de unas dimensiones nunca antes vistas, que comete todo tipo de abusos y prácticas inhumanas, golpeando especialmente a aquellos de vosotros que han sido brutalmente expulsados de sus tierras, en las que los cristianos están presentes desde la época apostólica.