Mientras se desarrollaba el viernes una nueva manifestación en Santiago de Chile, un grupo de encapuchados forzó el ingreso de la parroquia La Asunción para robar las bancas, confesionarios e imágenes religiosas y armar con estos unas barricadas.
En su interior, los atacantes pintaron grafitis en los muros, pilares y el altar con fuertes consignas e insultos hacia la Iglesia. Luego se dirigieron a quemar la Universidad Pedro de Valdivia que se ubicaba al frente de la calzada.
Los jóvenes y adultos que llegaron al día siguiente al templo, limpiaron y reunieron algunos trozos de las imágenes destruidas, recogieron los vidrios rotos, entre otras acciones.
El párroco, P. Pedro Narbona, agradeció el apoyo de quienes estuvieron pendientes durante el ataque y también de la solidaridad generada.
“Se despertó una corriente de vida solidaria, de preocupación, de oración, de venir hoy día, de traer materiales y dejar horas de hacer sus cosas personales para ayudarnos a sacar todo lo sucio”, señaló.
Junto con manifestar su dolor por lo sucedido, el P. Narbona expresó que la Iglesia “se construye con piedras vivas, que son quienes vinieron a ayudar. Aunque quede un solo cristiano católico apostólico romano que viva coherentemente su fe y su amor a Jesucristo, va a existir la Iglesia católica, porque la Iglesia es más que las tablas".
Hortencia Cereceda, vecina de la parroquia desde hace 20 años y una de las voluntarias que acudió a limpiar, manifestó que presenciaron lo sucedido “con mucho dolor. Intentamos dialogar con las personas que vinieron a saquear, pero no fue posible”.
“Ahora queremos ser un aporte para limpiar y que esta parroquia vuelva a ser un lugar de encuentro. La Iglesia no son las paredes, somos todas las personas que queremos un cambio. Tenemos que volver a encontrarnos, tenemos que entender que la violencia no es la forma para solucionar. Yo estoy por reconstruir un concepto de país unido y en paz", expresó a comunicaciones del Arzobispado de Santiago.