Catamarca se unió a esta intención en las Eucaristías que se celebraron durante toda la jornada. En la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa de las 21.00, en la que también dio gracias a Dios, a los pies de la Madre Morena, por los 13 años de servicio episcopal en la Diócesis local.
En el inicio de su homilía, Mons. Urbanc se refirió a la familia en el contexto actual, indicando que “no es fácil hablar hoy sobre la ‘familia’, con tantas susceptibilidades, tantos modelos diferentes, tantas experiencias distintas, y, por cierto, no todas positivas. Con todo sabemos que ‘donde hay caridad y amor allí está Dios’. Y si le ponemos por delante el adjetivo ‘sagrada’, aún es más difícil. Salvo días como hoy, es poco frecuente que se predique sobre la familia y el matrimonio, y tantos aspectos que forman parte de ella. Sin embargo, la realidad familiar, sea la que sea, forma parte de la experiencia de todos y cada uno de los seres humanos, y también de los creyentes”.
Luego profundizó en la realidad familiar y los vínculos entre sus miembros a la luz de la Palabra de Dios escuchada expresando, entre otros conceptos, que “la ‘familia’ tiene que salir de sí misma para poner ‘calor de hogar’ en este mundo tan poco hogareño”… y los cristianos “estamos llamados a multiplicar los padres, las madres, los hermanos, los abuelos en el entorno cristiano y social. Se trata de extender los vínculos del amor y todas esas cosas que forman parte de la convivencia familiar: el diálogo, la acogida, el perdón, el servicio, los detalles, el sacrificio, etc., dentro y fuera de casa”.
En otro punto afirmó que “podemos considerar y llamar ‘sagrada’ a una familia cuando está consagrada a Dios, cuando en ella está muy presente Dios, cuando contamos con Él en los problemas y decisiones de cada día. La oración, la escucha de la Palabra, el diálogo buscando juntos la voluntad de Dios es algo indispensable en toda familia que quiera llamarse cristiana, y, sobre todo, el perdón mutuo”. Y reflexionó que “probablemente los pastores de la Iglesia no hemos puesto muchas energías en enseñar y acompañar todo esto. Pero también es cierto que no pocas familias consideran que basta con estar juntos, vivir bajo el mismo techo, y comer de la misma mesa; y, juntos, ¡cuando se pueda!”. En este sentido rescató el valor de “los grupos de matrimonios que reflexionan, comparten y aprenden juntos a partir de sus experiencias”, enfatizando la necesidad de “potenciar los pequeños grupos matrimoniales y familiares”.