Cuando leemos los evangelios
podemos constatar, desde mi punto de vista, que Jesús obraba desde la razón y
el corazón. Cualidad digna dada por Dios al hombre desde la creación. Lo que
hay que preguntarse cómo es que Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre podía
administrar sus emociones. Numerosas son las escenas en la que Cristo es
sometido a la violencia por parte de los miembros del Sanedrín. En donde
predicaba, ya estaban ellos listos para provocar en el Mesías un estado de
contradicción. Sin embargo el Maestro, sabía responder y fundamentar cada
palabra. Dejaba a sus cuestionadores totalmente atónitos y mudos. Y sin embargo
en su corazón no había egoísmo y maldad. Muchas escenas de los evangelios vemos
a un Jesús caminando entre la multitud y estremeciéndose ante la necesidad de
las personas que lo seguían. Ni el cansancio lo detenía. Nadie era indiferente
a su corazón. “Padre perdónales porque no saben lo que hacen” exclamaba desde
la cruz. ¿Lo decía porque era el Hijo de Dios?. Usted dirá que siendo Hijo de
Dios tenía esa fuerza para hacerlo”. Y efectivamente es así, pero, no hay que
olvidarse que se hizo hombre asumiendo toda la humanidad menos el pecado.
Recordemos que también lloró frente a la tumba de Lázaro; se estremeció ante el
ciego que clamaba ver, se enojó cuando los comerciantes dañaron el espacio del
templo que era Casa de Dios; se conmovió ante el hambre de una multitud; amaba
a los suyos.
Podemos darnos cuenta que estamos llamados a vivir este mes demostrándole
a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que
Él nos tiene. Pero dejó en claro en sus enseñanzas que hay un destinatario que
debe receptar todo el amor: el prójimo. “Hay que mirar con los lentes de la
fraternidad” decía la Hermana Norma Stancich acerca de nuestro compromiso con
el Corazón de Jesús. Para jugarnos más es preciso tener en cuenta que “hay que
ser esclavos del amor para encontrar la libertad”. Debemos pensar si cada vez
que actuamos es una forma de oración. Orar es salir al encuentro de otro u
otra. ¿Qué haría Jesús en esta situación que estamos atravesando?; ¿qué le
dictaría su Corazón?; ¿cómo reflexionar en medio de la tormenta?. Cuestionarnos es lo que debemos hacer ante un
problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras
amistades.
Tenemos que pensar si las obras o acciones que hacemos
nos alejan o acercan a Dios. Milan Kundera dice que “cuando habla el corazón es
de mala educación que la razón lo contradiga”. Todo lo que pensaba y hacía
Jesús era desde el amor, desde su corazón. En medio de este tsunami de dolores
que vivimos busquemos su corazón que será nuestro remanso de amor.