Asistieron a esta celebración el gobernador
de la provincia Lic. Raúl Jalil con su esposa la diputada nacional Silvana
Ginocchio; el secretario de Culto de la Nación, embajador Guillermo Rodolfo
Oliveri; el director nacional de Culto Católico, Luis Saguier Fonrouge, el
intendente de Recreo, Luis Alberto Polti; el intendente de Fray Mamerto Esquiú,
Dr. Guillermo Ferreyra; los senadores provinciales de La Paz, Ariel Salvador
Espinoza, y de Fray Mamerto Esquiú, Prof. Oscar Vera; ministros del Poder
Ejecutivo, concejales de Recreo, entre otras autoridades, además de Policías de
la Provincia, Gauchos y el Pueblo de Dios en general.
Al inicio de la celebración
eucarística se dio lectura a la Carta Apostólica con la que el Santo Padre
Francisco inscribió en el libro de los beatos a Mamerto de la Ascensión Esquiú
y Medina. Tal como sucedió en la Misa de Beatificación, el Cardenal Villalba lo
hizo en latín y, en esta oportunidad, el párroco anfitrión, Pbro. Domingo
Martín Chaves, la leyó en español.
Más adelante, después de la
proclamación de las lecturas bíblicas, el Cardenal Villalba dedicó el comienzo
de su homilía a Esquiú, describiéndolo como “un
fiel animador del Evangelio, un misionero”.
“La Iglesia
está de fiesta porque puede presentar a la veneración y a la imitación de sus
hijos e hijas, a un nuevo Beato: Fray Mamerto Esquiú”, comenzó expresando para
agregar a continuación: “Nuestro corazón
se vuelve hacia el cielo, donde sabemos que Mamerto Esquiú participa de la
felicidad de los beatos alabando e intercediendo por nosotros”.
“En la Carta
Apostólica en la que el Papa Francisco declara beato a Mamerto Esquiú lo
propone como un fiel animador del Evangelio. Mamerto Esquiú fue un
evangelizador, un misionero. Se destacaba por ‘su afán evangelizador’. Mamerto
Esquiú evangelizó, misionó no sólo en Argentina, sino también en Bolivia, Perú
y Ecuador. El beato es un modelo a imitar, un ejemplo a seguir”, destacó.
“Estamos
llamados a contemplar y a imitar a Esquiú como misionero. Mamerto Esquiú fue un
misionero. Nosotros, también, debemos ser discípulos misioneros del Evangelio.
¡Que el Espíritu Santo descienda abundantemente sobre nosotros para que no
desfallezcamos en la misión de llevar a todos nuestros hermanos el Evangelio de
Jesús!”,
expresó vehementemente.
Luego, Mons. Villalba se refirió al
pasaje de la parábola de la oveja perdida y encontrada, del Evangelio de San
Mateo. “El pastor toma sobre sí toda la
solicitud y fatiga por cada animal descarriado de su rebaño, como si no tuviera
otro, como si no contaran las otras noventa y nueve. Ninguna le es indiferente.
No quiere perder ni uno solo”, dijo. “La
búsqueda sobre el terreno montañoso -añadió- le impone esfuerzos y fatigas. Pero todo lo olvida cuando recobra la
oveja perdida. La alegría es tan grande que no puede guardarla para sí y lo
anuncia a sus amigos y vecinos (Cfr. Lc.15, 3-7). Así es Dios, nadie le es
indiferente. Dios es un Dios que nos busca, que va en búsqueda del que se
aleja”.
Más adelante se preguntó: “¿por qué tanto apuro y tanto amor por una
persona? La respuesta es que él cuenta mucho delante del Padre, que no se
resigna a que se pierda”
“Esto es
todo un programa pastoral para nuestras comunidades: salir, caminar, ir en
busca de la oveja pérdida”, exhortó.
Después sostuvo que “para el Papa Francisco la causa misionera
debe ser la primera. Es la tarea primordial de la Iglesia. Nos está diciendo
que nuestra pastoral debe ser misionera para llegar a todas las periferias de
la sociedad: territoriales y existenciales”.
Continuó describiendo a la Iglesia
misionera e ilustró: “Jesús tomó la
iniciativa. De la misma manera la comunidad evangelizadora debe adelantarse,
tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos, llegar
a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos (…) La misión es fruto
de la fe que nace y se desarrolla de la escucha de la Palabra de Dios y de la
centralidad de la Eucaristía. Tenemos que unir estrechamente misión y fe;
misión y escucha de la Palabra de Dios; misión y Eucaristía. De aquí nace el
impulso misionero”, manifestó en otro momento de su prédica, acotando que
“cuando se ha tenido una verdadera experiencia del Resucitado, no se puede
guardar la alegría para uno mismo. El encuentro con Cristo suscita la exigencia
de evangelizar”.
Hacia el final exhortó: “Pidamos al Espíritu Santo que nos capacite
para ser misioneros, viviendo la vida de hijos de Dios y acompañando a nuestros
hermanos para que lleguen a participar de esa misma vida. ¡Que el Espíritu
Santo descienda abundantemente sobre nosotros para que no desfallezcamos en la
Misión de llevar la Vida Nueva a todos nuestros hermanos! Pidámosle al Señor su
Espíritu Santo que reavive nuestro ímpetu misionero y se lo pedimos por la
intercesión del Beato Mamerto Esquiú”.
Entre las ofrendas, representantes de
la escuela N° 74 Dr. Arturo Matías Bass, de la localidad de Casa de Piedra, acercaron
un cuadro con el mapa del último viaje del Beato Mamerto Esquiú, fruto de un
proyecto escolar.