Para hablar del rol que cumplirá la Iglesia como veedora dentro de este proceso electoral, ADN Celam pudo contactar a tres representantes de estas instituciones de la Iglesia quienes compartieron sus experiencias y aprendizajes.
En un primer momento Maribel Jaén, directora de la Pastoral Social – Cáritas nacional y directora de la Comisión de Justicia y Paz en Panamá, se refirió al papel que ha cumplido la Iglesia panameña por más de 35 años como observadora electoral.
PREGUNTA. ¿Qué significa para la Iglesia panameña y para la Comisión de Justicia y Paz, esta representación como veedoras en las elecciones?
RESPUESTA. La Comisión de Justicia y Paz hace observación electoral desde 1989. La Iglesia panameña ha jugado un papel muy importante en el proceso de perfeccionamiento de la democracia. Por 35 años hemos estado participando en procesos de observación, generando confianza en el electorado. En el caso de Panamá la Iglesia católica es la institución con mayor confianza de todas las instituciones sociales y la presencia de agentes de pastorales jóvenes observando y monitoreando cómo se desarrolla el proceso, esto genera un clima de confianza a la población.
Vamos a tener 3.500 observadores desplegados a nivel nacional, estos observadores podrán observar 2 mesas, podemos estar hablando de alrededor de 6.000 mesas que van a ser observadas por los representantes de las pastorales sociales, de las comisiones de justicia y paz, de pastorales juveniles y de estudiantes, todos ellos han estado en este proceso de formación, porque esto requiere formación, organización y sobre todo incidencia a través de prácticas como mecanismo de participación ciudadana como es la observación electoral.
P: ¿Por qué desde la Comisión de Justicia y Paz y Caritas Panamá era importante comunicar esta experiencia a la región, es el caso de Caritas América Latina y el Caribe a participar de este proceso?
R: América Latina es uno de los continentes más empobrecidos y desiguales del mundo, donde hay un gran porcentaje de desafección por la democracia. Nuestras comunidades se desarrollan en los países donde se dice que hay democracia, pero esta democracia no llega a resolver y a satisfacer las necesidades de grandes poblaciones.
No podemos conocer el Evangelio, vivirlo, celebrarlo, sino somos testimonios en un mundo tan oscuro de pobreza, de violencia, de agresión al medioambiente, de donde hay una gran cantidad de hermanos que miran por nuestros países, si no hacemos trabajo de incidencia, trabajo de evangelización que significa aportar para la transformación del reino de la tierra y la transformación del reino sobre todo en el ámbito de la política, es recuperar su sentido ético y que el pueblo de Dios comprometido pueda empoderarse y tener la capacidad y el protagonismo necesario para transformar las estructuras del pecado que atraviesa nuestro continente. Esto es lo que nos ha llevado a invitar a conocer esta experiencia a miembros de las Caritas América Latina y el Caribe, para que se vuelvan abanderados de estos procesos.
P: El alto costo de vida y los contratos para la extracción de cobre han hecho que los panameños se levanten, esto ad portas de las elecciones ¿Cuál es la lectura que hace sobre estas realidades?
R: Nuestro pueblo panameño históricamente ha luchado por la soberanía y la independencia y lo que hemos logrado es gracias a las luchas de las poblaciones. El caso de la minería es algo que reflejaba las luchas de la soberanía de muchos años atrás, entre las décadas del 60 y el 70. En Panamá la Iglesia ha jugado un papel importante, primero con la formación, la sensibilización de lo que ha sido la Encíclica Laudato Si. Pero también, en Panamá desde la década de los 80 la Iglesia tenía una posición clara contra la minería, es así que en los últimos años con todo el modelo extractivista que se quiere implementar en América Latina, la Iglesia ha tenido un papel importante de llamar a las partes a escucharnos y a defender la casa común.
En la última eclosión social que se dio, que en efecto era contra la minería y que fue un éxito, la población se organizó a nivel nacional, participó y pudo detener un contrato que tenía más de 25 artículos que violaban la constitución, esa situación también era el reflejo de una situación de frustración y enojo por otros problemas que ya habíamos tenido como era el tema de la corrupción, el alto costo de vida, de las medicinas y de los combustibles. Entonces, realmente lo que tenemos es una población con altos niveles de frustración porque no le han resuelto temas de bienestar social, de las democracias formales y electoreras que ha habido en América Latina y que está planteando que, el tema del diseño democrático tiene que replantearse desde una mirada ética.
Yo creo que las iglesias y el pueblo de Dios tienen un gran papel que jugar para mejorar la gobernabilidad democrática de nuestros países, que no es solamente elecciones, sino que va más allá, una democracia participativa, donde sea posible el acceso a la información, a la rendición de cuentas y a la utilización de mecanismos de participación ciudadana. ¿Por qué? Porque los problemas de nuestros países no los resuelven los gobiernos solos, tiene que haber una corresponsabilidad ciudadana y también tiene que haber el acceso a la rendición de cuentas, para nosotros poder no solamente informarnos, decidir y que nos consulten, sino también que podamos decidir sobre el futuro que más le conviene a América Latina.
Ningún país en este momento puede pensar que va a salir de sus graves problemas solo, sino es a través de una integración, sino es a través de la lucha conjunta con la defensa del medio ambiente, la defensa de nuestra agua, la defensa sobre todo de los derechos ciudadanos y la defensa de los derechos humanos.