Ucrania, Palestina e Israel, Sudán, Myanmar, pero también todos los pueblos que sufren a causa de la guerra estuvieron nuevamente en el centro de la oración del Ángelus en la que, desde la ciudad italiana de Trieste, el Santo Padre invocó a la Virgen venerada en el Santuario del Monte Grisa.
Asegurando sus oraciones a los presos, a los enfermos y a los emigrantes, el Papa calificó Triste como "puerta abierta a los emigrantes", con "vocación de acercamiento entre pueblos diferentes":