En un clima de oración y trabajo colaborativo, los participantes compartieron búsquedas, inquietudes, heridas, esperanzas y propuestas. Aunque provenientes de realidades diversas, expresaron un deseo común: ser escuchados, hallar sentido y asumir un papel activo en la transformación educativa.
Al finalizar, presentaron una Proclama Nacional con siete convicciones dirigidas a toda la comunidad educativa. Subrayaron el valor de la escucha, la necesidad de una escuela cercana y dinámica, el llamado a un protagonismo auténtico, la urgencia de no naturalizar desigualdades, el acompañamiento afectivo y espiritual, la fuerza de la esperanza y la certeza de que forman "una constelación", en la que cada diócesis aporta su luz.
Como fruto del trabajo compartido, elevaron tres propuestas nacionales:
Los jóvenes concluyeron pidiendo que toda la comunidad educativa siga caminando junto a ellos, convencidos de que "cuando un joven es escuchado, florece una vida, se transforma una escuela y renace un país".
Agradecieron la acogida de la Santa Casa y se comprometieron a regresar a sus diócesis llevando "semillas de diálogo, esperanza y protagonismo".




