Virgen del Valle: Homilia de Mons. Urbanc en la misa homenaje de los Medios de Comunicación
02/12/2025
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Queridos devotos y peregrinos: En este primer día de la novena rinden su homenaje a la Virgen del Valle quienes prestan su servicio a lasociedad a través de las artes de la comunicación. Bienvenidos, y que la Madre Celestial les consiga abundantes bendiciones para ustedes, su trabajo y sus familias. (Fuente: Prensa Iglesia Catamarca)
Se nos propuso considerar en esta jornada a ‘Jesucristo como Peregrino de Amor y Misericordia’… Qué profundo mensaje para todo comunicador social, ya que cuando comunicamos, debemos generar comunión, sanas relaciones, verdaderos encuentros que curan heridas y propician el perdón, meta a la que necesitamos arribar, pues es la que nos mostró y dejó Jesús al entregar su vida en la Cruz.
Ser comunicador social en clave cristiana es mucho más que ejercer una profesión: es asumir una misión. En un mundo donde la información es velocísima, pero no siempre profunda, ni veraz, el comunicador está llamado a ser luz en medio de la oscuridad.
Jesús comunicó no solo con palabras, sino con gestos, con su cercanía, con su capacidad de escuchar y de sanar. Un comunicador cristiano está invitado a imitar ese estilo. No se trata de “predicar” en cada mensaje, sino de hacer que la verdad, la justicia y la misericordia se vuelvan visibles a través del modo de comunicar.
Cada palabra difundida tiene el poder de construir o destruir, acercar o dividir, sanar o herir. Por eso, el comunicador cristiano examina su corazón antes de emitir un mensaje: ¿lo que digo promueve la dignidad de la persona? ¿Ayuda a la paz? ¿Es fiel a la verdad? ¿Sirve para levantar al que está caído? ¿Consuela o confunde?
En un tiempo de desinformación y polarización, comunicar con ética y humanidad se convierte en un acto profundamente cristiano de auténtica caridad. Quien comunica desde la fe sabe que la verdad no se impone, se propone; sabe que la esperanza no se grita, se contagia; sabe que el amor no es un discurso, sino una práctica cotidiana.
Así, el comunicador cristiano se transforma en instrumento de Dios para sembrar claridad donde hay confusión, consuelo donde hay miedo, y esperanza donde pareciera no haber futuro. Porque comunicar no es sólo transmitir información: es transmitir vida, sentido, sueños.
Con esta celebración, damos inicio a un nuevo Adviento, un tiempo que cada año vuelve, pero nunca es igual. Dios nos invita a detener el paso para reencontrarnos con lo esencial: esperar. Pero no una espera pasiva, sino una espera que transforma, que despierta, que anima, que afina el corazón para reconocer a Aquél que viene.
Jesús, en el evangelio de este domingo, nos llama a velar. Velar no es vivir con miedo, sino vivir despiertos, atentos a los signos de Dios en lo pequeño: una palabra amable, un gesto de reconciliación, un silencio que habla más que muchas voces.
El mundo de hoy nos empuja a correr, a llenar cada espacio de ruido, agendas y pantallas. El Adviento, en cambio, nos recuerda que Dios llega despacio, sin prisa, casi en silencio. Y sólo lo descubre quien mantiene encendida la lámpara interior.
Este nuevo año litúrgico es una oportunidad para preguntarnos:
• ¿Qué zonas de mi vida están dormidas y necesitan despertar?
• ¿Qué esperanzas quiero avivar en este Adviento?
• ¿Qué quiero prepararle al Señor para que encuentre mi corazón abierto y disponible para una nueva experiencia?
La primera vela de la corona, encendida hoy, rompe la oscuridad suavemente. No ilumina todo, pero anuncia que la luz está en camino.
Así obra Dios en nosotros: paso a paso, sin estridencias, pero con firmeza.
Ojalá este Adviento de 2025 nos encuentre vigilantes, disponibles y con el corazón dispuesto a reconocer al Emmanuel, el Dios que viene a habitar nuestra historia concreta, con sus luces y sus sombras.
Querida Madre del Valle, en este primer domingo de Adviento ayúdanos a encender en nuestros corazones la luz de la esperanza. Tú estás en nuestras vidas sin ruido, como un amanecer que vence la noche. Despiértanos, Reina nuestra, para que no vivamos distraídos ni desconozcamos tu presencia silenciosa. Que sepamos velar con un corazón atento y abierto a los signos de tu amor y él de Jesús.
Procúranos la gracia de preparar la llegada de tu Hijo Jesús, con gestos sencillos de bondad, reconciliados los unos con los otros, con palabras que construyan y silencios que escuchen.
Haz que este Adviento sea un camino hacia el Salvador de la humanidad, donde cada día encendamos una luz más de Esperanza en medio de nuestras sombras, miedos, rencores y mezquindades. Amén.
¡¡¡Viva Jesucristo!!! ¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!
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