Virgen del Valle: Homilía de Mons. Urbanc en la Misa de homenaje del Ámbito de la Salud
02/12/2025
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Queridos devotos y peregrinos: En este tercer día de la Novena rinde su homenaje a la Virgen del Valle, el ámbito de la Salud. Bienvenidos a los que lo representan, participando de esta celebración eucarística. (Fuente: Prensa Iglesia Catamarca)
Se nos propuso reflexionar en esta jornada acerca de ‘Jesucristo como peregrino que nos conduce a la justicia’.
Durante todo este año jubilar nos guio el lema “Peregrinos de Esperanza”. Y en este novenario se nos presenta a Jesucristo, como peregrino, referido a diversas realidades. Puede parecer raro que Él sea un peregrino, pero lo es por excelencia y, además, el modelo perfecto.
Así como todos los humanos somos peregrinos, porque del corazón de Dios hemos salido y hacia Él estamos regresando en un temporal peregrinar, así también Jesucristo fue enviado por su Padre a la tierra para peregrinar un tiempo con nosotros y para enseñarnos a peregrinar, a fin de que, con una esperanza viva, regresemos a Dios.
Respecto al ámbito de la salud, voy a hacer una disquisición en base a dos palabras: peregrino y justicia.
*Una realidad muy dolorosa que constatamos en el ámbito de la salud son las ‘peregrinaciones’ que les toca hacer a los enfermos, sea para ser atendidos, sea para realizarse algunos estudios, sea para conseguir medicinas, sea para alguna intervención quirúrgica. Y para que no nos quedemos sólo en este ámbito, sabemos muy bien que también suceden en otros, y mucho. Solemos llamarlas ‘burocracia’.
Cuando los creyentes peregrinan, no están honrando este tipo de peregrinaciones. Se trata de otra cosa muy distinta.
Quiera la Virgen del Valle, Madre de los peregrinos, ayudarnos a erradicar la burocracia, que tanto ralentiza y amarga la vida de la gente.
*El otro aspecto es el de la justicia, la que consiste en darle a cada uno lo que le corresponde. La salud es un derecho ínsito a todo ser humano; por tanto, entre todos, y desde las instituciones públicas y privadas, debemos hacer este primario acto de justicia.
Qué bueno sería que cada uno de nosotros salga, hoy, de este encuentro con María y Jesús, dispuesto a no colaborar con burocracias que impiden que seamos alegres ‘Peregrinos de Esperanza’.
Qué oportuno el texto del Evangelio (Mt 8,5-11) que acabamos de escuchar. Apenas el centurión pide al Señor por la curación de su esclavo, Jesús, sin dudarlo, dice: vamos ya… Mejor cito el texto: “un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo». Nada de burocracia, de obstáculos, sólo prontitud. Esto sorprende al centurión, como a cualquiera de nosotros. Y su reacción nos descoloca, aún más: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
¡Cuántas veces hay que saber aceptar ‘caprichos’, sugerencias, indicaciones que el enfermo o el anciano nos da! También esto cae bajo el ámbito de la salud, y toca a cada uno de los que tratamos con enfermos, ancianos y personas vulnerables.
Ojalá sepamos reaccionar como Jesús: “Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «En verdad les digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe»”.
Solamente con mucha fe y amor es posible entender y aceptar las enseñanzas y ejemplos de Jesús.
Aprendamos, también, de la profunda humildad del centurión, que teniendo autoridad y poder, se acerca a Jesús no para exigir, sino para rogar por su criado enfermo. Sus palabras: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; sólo di una palabra y mi criado quedará sano" son un acto de humildad tan grande que la liturgia de la Misa la incorporó antes de la distribución del Cuerpo de Cristo.
En este inicio del Adviento, somos invitados a limpiar nuestra vida. El Señor viene, pero Él desea que su casa —nuestro corazón— esté limpia. El tiempo de Adviento es esa tienda donde encontramos refugio mientras nos preparamos para Su llegada, sabiendo que su presencia nos envuelve y nos protege de toda tempestad.
El Adviento es la espera del Mesías. A menudo, esperamos que venga a nuestro modo o en nuestros términos. El centurión nos enseña la actitud correcta: humildad total ("no soy digno") y confianza absoluta ("basta que lo digas"). Para recibir a Jesús en Navidad, al igual que María, debemos reconocer nuestra indignidad, pero confiar plenamente en que su Palabra tiene el poder de sanarnos y transformarnos. Así sea.
¡¡¡Viva Jesucristo!!! ¡¡¡Viva la Virgen del Valle!!!
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