“Me imagino hoy al título de la Primada pidiéndole prestada a los compositores Federico Ferreyra y Onofre Paz, la estrofa de una de sus chacareras y cantando: “Dejé mi tierra cantora por conocer otros pagos, voy andando los caminos, pero mi alma está en Santiago (…) Cuando yo pegue la vuelta, no sé ni cómo ni cuándo, tierra madre he de contarte, lo mucho que te he añorado”, comenzó su homilía el arzobispo García Cueva, continuando: “Y aquí está de vuelta, aquí está la Primada en la ciudad, madre de ciudades; en la Iglesia diocesana, madre de diócesis. Porque ésta es una reparación histórica y eclesiástica para nuestra Patria; es dar este título de honor a la primera diócesis en territorio argentino, la diócesis del Tucumán, erigida en estas tierras santiagueñas en 1570”.
“Una Iglesia argentina que nace en el corazón profundo de la Nación, entre los ríos Dulce y Salado, entre algarrobos, quebrachos, chañares y mistoles; y que, por caminos polvorientos, y recorriendo montes, llanuras y salinas, se expandió por todo el país anunciando la Buena Noticia del Evangelio a lo largo de los siglos”, afirmó.
Asimismo, expresó que “justamente el Evangelio de hoy comienza describiendo a Jesús recorriendo distintas ciudades y regiones (Cfr Mc 7, 31). Un Dios que no se queda quieto, un Dios callejero, como Santa Mama Antula, hija de esta Argentina profunda, a quien el Papa Francisco definió como una caminante del Espíritu; que recorrió miles de kilómetros con sus pies descalzos y con un crucifijo para llegar a Buenos Aires en septiembre de 1779”.
“Hoy hacemos el camino de vuelta, pero lo queremos recorrer como ella: descalzos y con el crucifijo. Descalzos de prejuicios y de intolerancias, descalzos de rencores y egoísmos, descalzos de miedos y enfrentamientos, descalzos y caminando con respeto y con cuidado porque entramos en tierra sagrada, en esta tierra fecunda que parió la Patria. Y con un crucifijo, porque como Mama Antula, queremos renovarnos en el anuncio del amor de Dios a todos los hombres y mujeres, de un Dios que nos ama tanto que entregó la vida por nosotros”, dijo entre otros conceptos.
El testimonio de nuestro Obispo
Al término de la Santa Misa, Mons. Urbanč manifestó que fue “una hermosa celebración, con la participación de muchísimos obispos, sacerdotes, mucho pueblo, mucha alegría”.
“Espero que esto nos sirva para renovarnos en nuestro compromiso misionero. Lo tenemos que recibir como una gracia para que entre todos en este NOA nos esforcemos por ser verdaderamente discípulos misioneros, ir construyendo la Iglesia de Jesús al servicio del Reino de Dios en este mundo, y que todos podamos ser santos. Dios está esperando que seamos santos y el mundo solamente se va a convertir si ve santos”, afirmó.
En este sentido, señaló que “acá tenemos ya a Mama Antula que es una santa de nuestro NOA, en Catamarca al Beato Mamerto Esquiú, están los Beatos Mártires Riojanos, los Beatos Mártires del Zenta, así que tenemos un grupo de amigos que nos tienen que motivar para ser una Iglesia en salida, dispuestos siempre a trabajar por el Reino de Dios”.