Al reflexionar sobre el lema propuesto por el Papa Francisco para este año, afirmó que el Santo Padre “quiso que pusiésemos la atención en una frase del Padrenuestro, empezando así el lema: ‘Perdona nuestras ofensas’, porque somos nosotros quienes ofendiendo a Dios y al prójimo traemos la guerra, la discordia, el enfrentamiento, la división”. Por eso “Jesús enseñó que algo fundamental en nuestra vida es pedir humildemente perdón; solamente cuando uno con humildad pide perdón se le abre la puerta de la misericordia”, enfatizó.
“Y el lema continúa: ‘Perdona nuestras ofendas. Concédenos tu paz’, y la paz que Dios concede al mundo es Jesucristo, quien es presentado como el Príncipe de la Paz, el que trae la paz; Él ha reconciliado a la humanidad con Dios en su muerte redentora”, de allí que “la cruz tiene que ser para nosotros la llave de la salvación, por eso, si miramos ahí a Cristo, reconocemos que Él es el que reconcilia, con esa muerte, a la humanidad con Dios, el Justo subió al patíbulo de la cruz, para morir por los pecadores, que somos nosotros”, afirmó.
Asimismo, aseveró que “la paz es don de Dios, pero tarea nuestra. Es Dios quien me da ese don en el corazón, fruto de la humildad con la que me arrepiento, pero después tengo que trabajar para que esa paz llegue a todos. Tenemos que trabajar por la paz en nuestro hogar, en el barrio, en el trabajo, en la escuela, en el lugar donde estemos”.
Destacó que “el Papa nos pide que tengamos corazones verdaderamente arrepentidos, y utiliza un concepto propio de la guerra para decirnos que tenemos que desarmar el corazón, porque nuestros corazones están llenos de armas, un arma se llama odio, otra venganza, otra envidia, otra, egoísmo”. Por ello “en esta Jornada de Oración por la Paz nos pide que nos dispongamos a trabajar para desarmar, desarticular nuestros corazones de ese armamento”.