Editorial: Educar en la esperanza
16/09/2025
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El mes de septiembre tiene un valor importante como calendario porque nos invita a reflexionar sobre unos de los valores mas esenciales de una sociedad: la educación. Desde hace bastante tiempo se ha debatido sin argumentaciones basadas en que la educación Argentina carece de calidad. (Por Guillermo Bordón)
Y voy a decir algo que podría ser una especie de grosería, pero no se asuste, es simplemente una mirada que preocupa: Si desde años tenemos gobiernos que atentan contra la dignidad de las personas, entonces si estanos en un problema educativo. Pero esta afirmación puede resultar ser una falacia. La educación, la escuela no tiene responsabilidad sobre el tipo de moral y ética que elije la política para gobernar.
Dejo aparte el problema salarial, aunque también es un reflejo de como son tratados quienes tienen la responsabilidad de educar y formar personas.
Hoy la escuela, a decir de Liliana Gonzáles es mas un refugio que aula: niños y niñas acosados, con hambre, sin tener el recurso de la palabra para expresar, violentados en sus casas, barrio y en la misma escuela. La política en la argentina está a acontramano de lo que se trabaja dentro de una escuela. La burbuja en la que viven un gran sector dirigencial está tan elevada de la tierra que corre peligro de reventar, caer, y en un sólo golpe sentir que el simbronazo de la realidad golpea duro.
Según Arturo Sosa, SJ, Padre General I Compañía de Jesús en un discurso dirigido a los docentes “la educación que ustedes sostienen es un acto de libertad, una palabra profética, una promesa de país que se rehace desde abajo”. Para Arturo Sosa “Educar es un verbo valiente. Es creer que algo nuevo puede surgir donde parece que todo está roto. Es confiar en la capacidad de las personas y de los pueblos para reconstruir su historia desde el saber, la conciencia y el compromiso”. “Algo nuevo puede surgir donde todo parece roto”. Con esta frase podemos darnos cuenta que Educar es un acto de esperanza. Asi lo afirmaba nuestro Papa Francisco. Hay que sanar las heridas profundas que llevan los chicos y chicas a las aulas. Se debe iniciar en la escuela un proceso sanador, porque al ritmo que arrastran a las escuelas, sólo se está generando personas colonizadas por el poder de turno, en un contexto de grietas profundas en donde la verdad no tiene ningún valor. La vida en sí no tiene un valor.
La carta del P. General nos recuerda que “educar es siempre un acto de esperanza”,. Pero no una esperanza ingenua o escapista: una esperanza encarnada, lúcida, que enfrenta las sombras con inteligencia, ternura y lucha. Cada educador y educadora de Fe y Alegría encarna esa esperanza: al abrir una escuela, al acoger una familia migrante, al sostener el aula en medio de la crisis, al despertar preguntas en medio del conformismo. Educar así no es solo enseñar: es liberar, es empoderar, es sembrar conciencia”.
Ya no es tarea sino una misión de la escuela recuperar la persona. Crear espacios de encuentros en donde la esperanza sea el fogón que convoca a una ronda encendida de vida.
La escuela es la puerta de la vida y la esperanza.
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