Tras resaltar que Dios debe ocupar el centro de nuestras vidas, tomó el testimonio de un joven de la Comunidad Cenáculo de recuperación de chicos con adicciones -quien participó de las fiestas patronales de la Sagrada Familia-, para extrapolar los tres pilares de la vida esa comunidad: oración, trabajo y amistad verdadera, al ámbito familiar, señalando que “necesitamos que el Señor salve nuestra familia, y para eso pone estos pilares. En primer lugar, la oración, la oración en familia, la bendición de los padres, la oración diaria, la Misa dominical en familia…; el trabajo, recuperar y enseñar el valor del trabajo; y el tercer valor que dicen los chicos del Cenáculo, los vínculos verdaderos, la corrección fraterna, el diálogo por encima de los gritos y de la violencia”.
En este sentido puntualizó que “nuestra oración tiene que ser sincera, humilde, desde adentro”, e imploró “por la paz para nuestra Patria, porque las agresiones mutuas de uno o de otro, las descalificaciones, no nos educan democráticamente. Para eso también deberíamos ir cambiando en el hogar con esta ayuda del Señor. Pedimos esta gracia y que nos encontremos acá al Niño, que es la sabiduría, y que nos dejemos enseñar nuevamente para una oración sincera y para una vida cristiana plena”.