Virgen del Valle: "La clave de la misión es el testimonio de vida"
02/12/2025
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En la noche del domingo 30 de noviembre, día en que la Iglesia celebra a San Andrés, apóstol, y segundo de la novena en honor de la Pura y Limpia Concepción del Valle, rindieron su homenaje los miembros de la Pastoral Misionera. (Fuente: Prensa Iglesia Catamarca)
La Santa Misa fue presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el padre Ramón Carabajal, capellán del Santuario Catedral, con la participación de miembros de la Pastoral Misionera y de la Infancia y Adolescencia Misionera (IAM), junto con devotos y peregrinos.
En el inicio de su homilía, el Obispo les dio la bienvenida a los alumbrantes y les agradeció “por la hermosa tarea eclesial que llevan adelante con mucho empeño, perseverancia y amor”, dijo, rogando que “la Madre de los misioneros y san Andrés, apóstol, los sigan guiando y mostrando que Jesucristo es el peregrino que nos conduce al encuentro de Dios Padre, con la fuerza del Espíritu Santo”.
Al referirse a la experiencia de ser discípulos y misioneros, afirmó que “el punto de partida es el encuentro personal y transformador con Jesucristo. No se puede ser misionero sin haber sido primero un discípulo”, resaltó, agregando que “el Discípulo es el que conoce, ama, sigue e imita a Jesús. Es una persona que, convencida por la experiencia de su fe, busca conocer más profundamente a su Señor, su misterio y el Reino que anuncia. La vida del discípulo se fundamenta en la Palabra de Dios y se nutre de los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. Conlleva a una conversión sincera y a una adhesión total a Cristo”.
Luego describió que “el Misionero es el que tomó conciencia de que la vocación del discípulo no se agota en sí mismo, ya que, por naturaleza, el discípulo es enviado: el encuentro con Cristo impulsa a compartir la alegría de la fe. Por tanto, el misionero es el que anuncia a Cristo Resucitado, no con sus propias fuerzas, sino con la presencia y guía de Jesús (‘Yo estoy con ustedes todos los días’, Mt 28,20)”.
Asimismo, señaló que “la clave de la misión es el testimonio de vida. El discípulo misionero: 1. Vive el Amor de Dios: Sus buenas obras no buscan el aprecio humano, sino que brotan del amor a Jesús. Es una luz del mundo que lleva a otros a "glorificar al Padre que está en los cielos" (Mt 5,14-16). 2. Lidera a través del Servicio: Siguiendo el ejemplo de Cristo que, "no vino a ser servido, sino a servir" (Mt 20,28), el misionero se desvive por los demás, acogiendo, sirviendo y perdonando. 3. Anuncia con Gozo y Valentía: La evangelización debe ser un acto alegre, confiado, informado y coherente, que atraiga a otros y les haga preguntarse qué secreto motiva al creyente”.
“En síntesis, el discípulo-misionero es el bautizado que vive arraigado a Cristo y, por el amor que recibe, se siente impulsado a salir para que también otros tengan vida en Él”, manifestó.
Los alumbrantes participaron de los distintos momentos de la celebración, colocaron el Rosario y telas con los colores misioneros que los identifican al pie del ambón desde donde se proclama la Palabra de Dios, y en el momento de preparar la mesa eucarística acercaron ofrendas con elementos para la atención de los peregrinos junto con los dones del pan y del vino.
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