Así lo expresó Mons. Zenildo Lima, vicepresidente de Ceama, quien recordó que esta fecha remite al recorrido de una transformación profunda: “No solo celebramos los cinco años de la Ceama, celebramos un camino”, afirmó.
Ese camino tuvo un punto de inflexión clave en el Sínodo para la Amazonía, celebrado en 2019, que surgió de un extenso proceso de escucha territorial. Como fruto de ese acontecimiento eclesial se gestaron el Documento Final del Sínodo y la exhortación apostólica Querida Amazonía del Papa Francisco. Fue ahí donde, como recuerda Mons. Zenildo, emergió con fuerza la necesidad de crear una estructura propia para las Iglesias del territorio.
“Hace cinco años nace la Ceama, fruto de ese Sínodo y de las voces que, ya en la Asamblea, señalaban la necesidad de un organismo que articulara la vida de las Iglesias amazónicas”, expresó. En un primer momento concebida como organismo episcopal, la Ceama fue discernida como una conferencia eclesial, lo que le permitió adoptar una estructura más inclusiva, integrando a laicos, mujeres, indígenas, jóvenes y agentes pastorales de toda la Amazonía.
También, la hermana Laura Vicuña Pereira, vicepresidenta de la Ceama, recordó que el surgimiento de esta conferencia fue posible gracias al impulso del Papa Francisco, pero también a los clamores que emergieron desde las comunidades.
“Cinco años de Ceama son un gran regalo de Dios para la Amazonía”, dijo. Para ella, la Ceama encarna una nueva manera de ser Iglesia, más cercana al sufrimiento y las esperanzas del territorio: “La Ceama expresa el compromiso con los pobres, con los pueblos originarios, con el clamor de la Tierra”.
Uno de los frutos más visibles de este camino es el Núcleo de Ministerialidad de la Mujer, que tiene como fin visibilizar el rol esencial de las mujeres amazónicas. “En la Amazonía, las mujeres están al frente: son lideresas, defensoras del territorio, animadoras de comunidades, guardianas de la vida”, explicó.
“Queremos una Ceama más territorial, más plural, más joven y más femenina. Que escuche el clamor de la Tierra y actúe con audacia profética”, dijo. Además, la religiosa remarcó los pasos que la Ceama va dando en temas como el diaconado femenino y el Rito Amazónico, expresiones de una Iglesia en salida e inculturada.
Para José Luis Andrades, laico misionero de la Consolata y delegado de Venezuela, la Ceama es también un signo de esperanza: “La Ceama es una buena semilla que el Espíritu del Señor hará crecer”, manifestó, destacando su valor como concreción de los sueños expresados en Querida Amazonía.
Entre los logros de este primer quinquenio, resaltó las Asambleas de Ceama como espacios de discernimiento comunitario y la promoción decidida del Rito Amazónico: “Nos alientan a vivir una forma de ser Iglesia renovada, donde la participación fraterna de los distintos sectores se convierte en signo y camino de conversión eclesial”.
Andrades también señaló que la Ceama ofrece lecciones para toda la Iglesia universal: “La experiencia de la Ceama puede ser un aporte valioso para toda la Iglesia universal. Este doble movimiento de discernimiento y compromiso constituye una riqueza pastoral que merece ser compartida”.
“Se ha hecho un esfuerzo serio por mirar la realidad juntos. La Ceama ha sido espacio para construir una nueva forma de gobernanza eclesial, caminando realmente como Pueblo de Dios”, expresó.
Mauricio López, también vicepresidente de Ceama y una de las figuras en su génesis, compartió una reflexión histórica y eclesial: “Celebrar los cinco años de la Ceama es celebrar un proceso de siembra. Esta Conferencia no es solo una estructura, es una riqueza histórica de los pueblos, de una Iglesia que se encarna, se interculturaliza y se hace camino en la Amazonía”.
Reconociendo el vínculo estrecho con la Repam y otras iniciativas eclesiales en el territorio, como la Reiba en educación intercultural y el PUAM en educación superior, López insistió en que la Ceama no es un punto de llegada, sino un proceso en expansión.
“Nos toca preguntarnos, ¿qué nos exige este momento del mundo, tan fragmentado, herido por la emergencia climática y la ruptura de la fraternidad global? La Ceama tiene el desafío de ser un testimonio vivo, de dar luz desde la periferia, como lo sueña el Papa Francisco”, sostuvo.
Y concluyó con una afirmación que resume el espíritu de esta celebración: “La Ceama busca ser esa novedad que sirve a la vida de los pueblos amazónicos y que también puede iluminar a la Iglesia universal. Porque cuando la periferia se convierte en centro, toda la Iglesia respira esperanza”.
A cinco años de su fundación oficial el 29 de junio de 2020, la Ceama ha demostrado que es posible construir nuevas formas de ser Iglesia: más inclusivas, más territoriales, más entregada y comprometida con los clamores del planeta y de sus pueblos.
Lejos de agotarse en estructuras, la Ceama siembra vida, gesta procesos, abre caminos. Y hoy, con gratitud, continúa creciendo como el bosque amazónico: con raíces profundas, ramas amplias y savia de Espíritu.
Una Iglesia que camina descalza junto a los pueblos, que sueña con el Evangelio desde la Amazonía, y que ofrece al mundo una sinodalidad con rostro de mujer, corazón indígena y voz profética.