Una de estas iniciativas es el taller que se realizó en la Pontificia Universidad de México y al que asistieron 40 sacerdotes y 30 laicos. En su mayoría, representaban a las provincias eclesiásticas de Guadalajara, Acapulco y la Arquidiócesis de Morelia.
Un taller para compartir experiencias, metodologías y propuestas que buscan atender las necesidades de las comunidades en aspectos vitales como la prevención de la violencia, la reparación del daño y el fortalecimiento de la paz desde lo local.
Se trata de alentar un diálogo enmarcado en la normativa nacional e internacional que sea una herramienta para garantizar los derechos fundamentales de las comunidades. Conocimientos que pueden resultar imprescindibles al momento de trabajar, liderar o hacer parte de los procesos de negociación, lo que no se puede confundir con un intento de diálogo con los grupos delictivos.
Por el contrario, se trata de un espacio que ofrece herramientas para generar una cultura del encuentro con la diversidad de actores presentes en la comunidad, siempre en sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia. La intención es «realizar un taller sobre la mejor forma de construir la paz desde abajo, con enfoques incluyentes y sensibles al contexto sin sustituir las responsabilidades que competen al Estado».
Monseñor Carlos Garfias Merlos arzobispo de Morelia, habla convencido de estos procesos formativos. «Seguimos con los esfuerzos de generar los espacios y herramientas necesarias para la concientización y acción por una sociedad pacífica”.
Igualmente, señala que desde su labor pastoral fundamentada en los valores cristianos y teniendo como ideal a Cristo, “nos encontramos ya en diálogos con diversos organismos enfocados en este mismo objetivo». Un esfuerzo que convocó a defensores de derechos humanos, autoridades comunitarias, organizaciones sociales, académicos, representantes de Iglesias y miembros de diversas instituciones.
Para el prelado la expectativa es que frente a esta propuesta se unan otras personas e Iglesias locales que aporten desde su experiencia, elementos para generar una sociedad pacífica. «Como Iglesia nos esforzaremos por realizar lo que a nosotros corresponde y siempre mantendremos las puertas abiertas para que todos aquellos que puedan aportar a este objetivo y se unan esfuerzos”.
En México el Diálogo Nacional por la Paz, lleva tres años elaborando diversas metodologías que han logrado unir sectores como los maestros, policías, empresarios, iglesias, familias, jóvenes, gobiernos y diversos colectivos.
La misma realidad del país nos ha llevado a emprender una cruzada nacional para capacitar a diversos actores sociales en mecanismos para la transformación de conflictos. El obispo advierte que “nuestro compromiso es con las víctimas, la búsqueda de justicia, dignidad y paz, a través de medios pacíficos, participativos y respetuosos de la legalidad”.
La meta es ayudar a que el delincuente se rehabilite y exista una colaboración directa con las autoridades y la sociedad civil. Una situación que viven sacerdotes en lugares como la sierra, Guerrero, o en la montaña y que tienen alguna forma de acuerdo de paz con la delincuencia, como una forma a la consecución de seguridad mínima para superar el riesgo de tener agresión o riesgo de andar en los terrenos de la delincuencia organizada.
Monseñor Garfias confía en la incidencia del diálogo que cuenta con experiencias positivas en países como Colombia para aportar al mejoramiento de la situación de México. En esta línea los voceros del Diálogo Nacional por la Paz agradecieron el interés de los medios y de la sociedad en general, confiando en que siga adelante en esta nueva etapa del camino.