Gratitud
“Durante este tiempo de Adviento, donde encendemos las velas para desafiar la oscuridad, quiero dar gracias, en primer lugar, a Dios que es el alfarero que no se cansó de moldearme a mí, barro, rebelde, autosuficiente por momentos. Agradezco el regalo de la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora del Valle, cuya presencia maternal ha mantenido viva mi fe. Agradezco a monseñor Torres que me impuso las manos, a monseñor Miani que siempre me acompañó con cercanía, y a monseñor Luis que me ha confiado la tarea de acompañarlo un poco más de cerca en este último tiempo, como su vicario general. Agradezco a mi hermano en el ministerio, el padre ‘Pepe Díaz’, que hoy tiene el gran desafío de responderle al Señor como obispo, pero le agradezco sobre todo su amistad; y a mis hermanos sacerdotes por su fraternidad. También agradezco a las comunidades por donde estuve, porque el cura no se hace solo se hace en el altar, pero también fuera del templo, en el contacto con la gente. Gracias bien grande para mi familia, mis padres que ya no están en este mundo, a mis hermanos, cuñados, sobrinos, que han estado siempre muy presentes y muy cercanos”, apuntó.
A ejemplo del Papa Francisco, pidió a los fieles que oren por él, “pero no para que sea perfecto, sino para que lo que me queda de camino en esta vasija de barro que soy, siga dejando transparentar, aunque sea por las grietas, la inmensa luz de Cristo que viene. Que la caridad de Cristo siempre nos anime, nos apremie, aunque cuando llevamos este tesoro en vasijas de barro”.