El 2 de noviembre se conmemora el día de los fieles difuntos.
Un día muy respetado por muchos. Pero también, cuando hablamos de los fieles
difuntos o de esta conmemoración especial, poco se dice o se piensa en que no
es simplemente el día de los todos de los fieles difuntos sino de los difuntos
fieles. La iglesia reserva un día para rezar por aquellos que creemos que están
en espera del cielo. Esa Esperanza que tenemos de que lleguen el cielo está
cifrada no en nuestros juicios, porque si fuera por nosotros diriamos que
muchos no ingresaron al cielo. Gracias a Dios esta esperanza está cifrada en la
misericordia. la Esperanza de eternidad no nos priva de pensar y gozar de la hermosa
realidad de que somos hijos de un Dios que tiene por nombre misericordia.
Y ante la realidad de la muerte podemos pensar en doble
vertiente: una, mi muerte propia y en segundo lugar: la muerte. Y cuando pienso en mi muerte recuerdo un
refrán o un dicho o proverbio, si se quiere, que dice: “cuando tu naciste todos
reían y tu llorabas, vive de tal manera que cuando tú mueras, todos lloren y tu
rías”. Cuando tu naciste eras un bebé
llorón que tomó aire y empezó a llorar y todos estaban felices. Decidamos caminar
construyendo una Vida con ganas de eternidad en Dios. Es decir, que cuando tu
mueras, todos lloren con esperanza porque se va a un ser hermoso, y deseen
volverte a ver. Y entonces vos rías junto a Dios.
En cuanto a la 2ª vertiente podemos pensar en la muerte. Y
allí también se nos viene al corazón y la mente otro refrán que dice: “todo tiene solución en
la vida menos la muerte”. Como si la
muerte fuese un problema, un dilema y no como un paso natural. La muerte no es
algo que hay que resolver sino que recibir. La propia y la de nuestros
hermanos. La muerte, la hermana muerte es algo que se recibe con los brazos
abiertos porque Dios la quiere. Hasta
que no que vamos a ver. La muerte es esa realidad que no los enceguece de miedo
o nos despabila de esperanza. Y al despabilarnos hace darnos cuenta de cuán
frágil es nuestra humanidad y cuan cercana es esa puerta de la eternidad. Hoy rezamos
por nuestros queridos fieles difuntos a quienes llevamos en el alma como Luz y
enla espalda como un dulce recuerdo. Hoy nos acercamos despacito ante el
misterio de la muerte para agradecerle a Dios que del otro lado está El esperándonos
los está el con nuestros seres amados.



