Argentina está viviendo nuevamente un proceso electoral que tiene como objetivo, a los ojos de la estructura política del país, evaluar el gobierno. Por un lado, se escucha el discurso de buscar la continuidad en el poder para evitar que otro espacio político, que ya gobernó durante años el país, siga en vigencia. (Por Guillermo Alejandro Bordón)
Y de este último sector se escucha que este
gobierno deshace de forma violenta los grandes logros de su gestión. Y cuando
se pretende hacer otro tipo de análisis de la realidad; se llega a la
conclusión que al parecer hay una ceguera para observar la realidad. Todos
tienen un tinte mesiánico en sus discursos y cargados de violencia, aunque
ahora jueguen a ser moderados.
Mientras la sociedad sigue empujando la pesada roca
como en el Mito de Sísifo, hay un sector social y político que busca sostener
esta realidad para que el caos siga siendo el núcleo de la vida política del
país. La peor desgracia en que no se dan cuenta que así como en el Mito de Sísifo existe
como metáfora el esfuerzo inútil e incesante del hombre en la
existencia, otro sector de la sociedad ven como absurdo el discurso de una
democracia cuando nunca tuvo una solución concreta a sus problemas. Más que
soluciones les crearon más problemas, aunque estas vinieran disfrazadas de soluciones.
Y creo que cuando se mira como absurdo la existencia, estamos frente a una
sociedad que se siente muerta.
Aunque
la estructura del poder pretenda que sólo existen dos extremos la Iglesia hoy
tiene la oportunidad de ser nuevamente alternativa para la gente que busca
esperanza. Pero para encontrar la esperanza debe buscar la verdad, justicia y paz.
Y esta paz no sólo se refiere a la ausencia de guerra. León XIV cuando se
reunió con el Cuerpo Diplomático de la Santa Sede expresó lo siguiente: “En la
perspectiva cristiana - como también en la de otras experiencias religiosas -
la paz es ante todo un don, el primer don de Cristo: ‘Les doy mi paz’. Pero es
un don activo, apasionante -recalcó- que nos afecta y compromete a cada uno de
nosotros, independientemente de la procedencia cultural y de la pertenencia
religiosa, y que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo. La paz se
construye en el corazón y a partir del corazón, arrancando el orgullo y las
reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar
con las palabras, no sólo con las armas”.
Es preciso recordar las palabras del Papa León XIV
cuando salió a saludar post Cónclave: “Hay que tender puentes”. Hoy la política
no lo hace. La Iglesia debe hacerlo y encarar la realidad de este país para que
todas las acciones humanas sea la de tender puentes. Hay que buscar y dejarse
encontrar con la paz para que cuando accionemos seamos hombres de paz.
Hoy cumplimos 10 años de una locura olor a evangelio. Si. Si. Una locura. Pero no nuestra locura. La locura de él. De Jesús hablamos. Nosotros simplemente fuimos unos osados en decir si. Y claro….en algún momento de nuestras vidas Jesús nos miró a los ojos, pronunció nuestros nombres para encargarnos de una misión. (Por Guillermo Bordón)
Hemos conmemorado un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo de 1810. Pasaron doscientos quince años, de una epopeya que para muchos no tiene tanta importancia como el 9 de julio de 1816. Sin embargo, desde 1810 se abrieron los caminos en busca de una revolución que liberara para siempre al país del yugo español. (Por Guillermo Alejandro Bordón)
Imagina un bosque espiritual, donde San Francisco de Asís es un jardinero humilde que cultiva la fe con amor por la creación. El Hermano León, su fiel compañero, es como un cordero leal que camina a su lado, portando una simplicidad pura y una devoción silenciosa. (Por Fray Armando ofm)
Publicamos el prefacio que el Papa Francisco escribió el 7 de febrero para el libro del cardenal Angelo Scola, arzobispo emérito de Milán, titulado “En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez”. El volumen, de Libreria Editrice Vaticana, estará en las librerías a partir del jueves 24 de abril. (Fuente: Vatican News)
«La misericordia de Dios es nuestra liberación y nuestra felicidad. Vivimos de la misericordia y no podemos permitirnos estar sin misericordia: es el aire que respiramos. Somos demasiado pobres para poner condiciones, necesitamos perdonar, porque necesitamos ser perdonados». Si hay un mensaje que más que ningún otro caracterizó el pontificado del Papa Francisco y está destinado a permanecer, es el de la misericordia. (Fuente: Vatican News)