La jornada de dos días, facilitó el ambiente de comunión para reflexionar sobre las claves de la educación emocional y espiritual en un contexto marcado por la inteligencia artificial y atendiendo la lectura de los tiempos. De los grandes desafíos se planteó la urgencia de formar personas integrales en una época marcada por el cambio tecnológico y cultural.
Respaldada en el Magisterio del Papa Francisco y en el marco del Pacto Educativo Global, la CIEC continúa invitando a repensar la escuela como un escenario de esperanza, inclusión y humanización, haciendo un llamado a todos los miembros de la comunidad educativa a construir juntos un nuevo modelo.
Una de las ponencias del encuentro estuvo a cargo de la Hermana Monserrat del Pozo, más conocida por el apodo de «Sor Innovación», educadora española reconocida por su trabajo pionero en innovación pedagógica. En su exposición titulada: La Escuela de diálogo: peregrinos de Esperanza en la Educación Católica del Siglo XXI, la religiosa insistió en el nuevo modelo de escuela que exige el mundo actual, una que esté preparada para responder no solo a los avances tecnológicos, sino también a las profundas necesidades humanas.
Monserrat advirtió que, aunque la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil en el ámbito educativo, nunca podrá sustituir el acompañamiento humano: “No tiene la capacidad de ser humana, de llorar contigo ni alegrarse contigo. No ama. Y eso es lo que más debemos transmitir”. Invitó a las comunidades educativas a no caer en la trampa de reducir la evangelización y el aprendizaje a simples algoritmos o estrategias digitales. Al respecto, propuso fortalecer el diálogo como principio estructural de la escuela católica, haciendo eco de las palabras del Papa Francisco sobre la necesidad de una educación inclusiva, que dé espacio a todos y que no rebaje el mensaje evangélico.
Igualmente, la religiosa habló de la relevancia de plantear una reflexión ética sobre los riesgos que trae consigo la inteligencia artificial, no sólo en el ámbito educativo sino para el futuro de la humanidad, subrayando la importancia de asumir una postura crítica desde la fe: “La Iglesia debe hacer un análisis profundo. No todo lo que es posible técnicamente, es bueno moralmente”.
También se hizo presente con una ponencia el hermano Jean Paul Valle, del Sagrado Corazón en Barranquilla, Colombia, compartiendo su visión sobre los fundamentos de la nueva educación propuesta por el Pacto Educativo Global. Entrelazando una convicción pastoral y la experiencia pedagógica, Valle exhortó a las instituciones católicas a atender la invitación hecha por el Papa Francisco: una escuela que educa para el encuentro, el cuidado y la fraternidad.
Puso en evidencia que muchas veces las escuelas católicas se comportan como tribunales que seleccionan a los “mejores” estudiantes, ignorando el mandato evangélico de acoger a todos: “Más que un departamento de admisiones, parecemos un comité de control de calidad. Y eso no es ser escuela de Jesús”.
Para el hermano Valle, el pacto educativo global no es solo una declaración idealista, sino un camino concreto que invita a reconstruir la comunidad educativa desde la corresponsabilidad, la solidaridad y el cuidado de la casa común. Insistió en que todos los actores —laicos, religiosos, docentes, estudiantes y familias— deben asumir el compromiso de una educación transformadora, centrada en la persona y no en las exigencias burocráticas o meramente académicas.
Los dos expositores, tanto la hermana Monserrat como el hermano Jean Paul coincidieron en que el gran reto de la educación católica hoy no es competir con la tecnología, se trata de recuperar el sentido de humanidad, comunidad y trascendencia en medio de un mundo fragmentado.
La CIEC, al convocar este tipo de jornadas de reflexión, ratifica su compromiso como articuladora de propuestas educativas al servicio de un nuevo modo de ser escuela: una escuela que piensa, siente, reza y actúa desde la esperanza.
La Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) por más de 8 décadas ha mantenido un liderazgo significativo en la educación católica del continente. La integran 23 federaciones nacionales y 11 asociados, no solo aborda opciones pedagógicas, sino además brinda herramientas y espacios formativos de cara a los retos actuales.
Asimismo, la CIEC centra su plan de acción en el Pacto Educativo Global, una propuesta que anima a replantear los modelos educativos tradicionales y construirlos desde una línea integral y sostenible.