“Y va a continuar Francisco diciendo que, por lo tanto, la Iglesia está llamada también a ser un hospital viviente, a reapropiarse de los verbos, que el Verbo hecho carne, Jesucristo, utilizó para salvarnos, para rescatarnos. Y dice el Papa, una especie de gramática evangelizadora. Por lo tanto, lo que tendríamos que hacer, y le pedimos esa gracia a la Virgen, es recorrer las páginas del Evangelio, ver cuáles son los verbos que Jesús se apropia, para reapropiarnos de esos verbos y hacerlos carne, vida, palabra, gesto en nosotros. Si uno recorre las páginas del Evangelio, hay verbos como para hacer dulce, porque Jesús salió, caminó, encontró, tocó, miró, se cansó, lloró, se conmovió, se entregó, y nosotros tendríamos que incorporar los verbos de Jesucristo en nuestras vidas, para poder curar, curar y curar”, afirmó.
Y continuó reflexionando que “sin lugar a dudas, el complejo mundo de la salud humana con todas las dimensiones que abarca se focaliza en la persona. Los médicos, enfermeros, todo personal de salud, son aquellos que se encuentran, que tocan, que curan, que se cansan, que descubren que nunca tratan una enfermedad, porque la enfermedad en abstracto no existe, existe la persona enferma”.
Luego compartió “una bella reflexión de Francisco sobre lo que uno encuentra en los hospitales, en homenaje a nuestro querido Papa, que dice así: ‘Las paredes de los hospitales han escuchado más oraciones sinceras que muchas iglesias, han visto besos más sinceros que los de los aeropuertos. Es en el hospital donde se ve a un homófobo siendo salvado por un médico gay; es en los hospitales donde un médico de clase alta salva la vida de un mendigo, donde en terapia intensiva, un judío médico cuida de un paciente racista; es en los hospitales donde miles de esposos se perdonan mutuamente con la esperanza de una curación total. En los hospitales, un policía y un prisionero comparten la misma habitación y reciben las mismas atenciones. Es en estos momentos cuando el hospital toca las heridas de las personas, es en el hospital donde un paciente rico espera el trasplante de hígado de un donante pobre. Es ahí donde se curan las heridas, donde los universos se cruzan con un propósito divino. Y en esta comunión de destino, nos damos cuenta de que solos no somos nada… El hospital es un lugar donde los seres humanos se quitan la máscara y se muestran como son, en su verdadera esencia’”.
“Que el Señor nos dé la gracia por intercesión de María de valorar estos ámbitos de la salud, que son ámbitos de humanización y donde, en definitiva, como bellamente lo decía el Papa, en los hospitales ya no hay máscaras, esas máscaras que utilizamos en la cotidianeidad para disfrazar lo que no somos, para aparentar más de lo que somos, para pretender ser reconocidos., para ubicarnos en lugares de privilegio. En los hospitales sólo hay rostros con sus heridas a cuesta”, señaló.
Y rogó “que la Virgen María, una especie de médica especialista en curar heridas, por eso peregrinamos aquí, a su Santuario, adonde venimos con nuestras llagas para que ella las toque, interceda por nosotros, que nos ayude a aprovechar estos días del Septenario, y de un modo muy particular por nuestros profesionales de la salud, que dedican y dan su vida para el cuidado y la atención de los enfermos y sus familias”.
Luego de la oración en común, los alumbrantes acercaron al altar elementos necesarios para la atención de los hermanos peregrinos, y las ofrendas del pan y del vino.
Antes de la bendición final, le cantaron a la Reina del Valle.
Una vez concluida la celebración eucarística, fueron bendecidos los móviles sanitarios que sirven para el traslado de los pacientes, apostados en el Paseo de la Fe.