La paz, esa paz que sólo el diálogo puede construir. Después, la eliminación de la pobreza, la promoción del desarrollo humano integral, la igualdad y la dignidad soberana de las naciones, la eliminación total de las armas nucleares y la condonación de la deuda. También los peligros y las oportunidades de la Inteligencia Artificial, el «sueño» de trabajar juntos por la justicia y la paz que ahora parece «superado» y «utópico». Por último, el rechazo al aborto, algunas reservas y precisiones sobre los «derechos reproductivos», el aborto, el género y la identidad sexual. Un discurso denso en referencias a la actualidad, con sus laceraciones, oportunidades y riesgos, el del cardenal secretario de Estado Pietro Parolin el 23 de septiembre, en la Cumbre del Futuro de la 79ª Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. El cardenal, en EE.UU. hasta el próximo lunes 30, participa en la Semana de Alto Nivel 2024, junto a los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la sede neoyorquina de las Naciones Unidas y celebrará también la Misa por el 60 aniversario de la Santa Sede en la ONU.
El discurso del Secretario de Estado partió de una reflexión sobre el actual contexto mundial que parece haber puesto en grave crisis el sistema multilateral. Prueba de ello es la «erosión de la confianza entre las naciones», denotada por la creciente intensidad de los conflictos. «Esta cumbre debe ser fuente y motivo de esperanza», afirmó Parolin citando al Papa. A continuación, desplazó su mirada hacia el futuro, que, según él, debe construirse sobre principios como «la intrínseca dignidad divina de toda persona», «la promoción del desarrollo humano integral», «la igualdad y la dignidad soberana de todas las naciones y el establecimiento de la confianza entre ellas».
Estos principios deben ir acompañados de acciones en varios ámbitos. En primer lugar, «la eliminación de la pobreza», un objetivo que debe ser prioritario porque «el desarrollo es el nombre de la paz», subrayó el cardenal Parolin. «Un futuro pacífico y próspero requiere la voluntad política de utilizar todos los medios posibles para lograr un desarrollo sostenible». Esto incluye «la reforma de las instituciones financieras internacionales, la reestructuración de la deuda y la aplicación de estrategias de cancelación de la deuda».
En segundo lugar, la búsqueda de la paz: un objetivo que según el Secretario de Estado vaticano «requiere la realización del desarme general y, en particular, la eliminación total de las armas nucleares». En otras palabras, es necesario «dejar de lado las estrechas consideraciones geopolíticas y resistir a los fuertes lobbies económicos para defender la dignidad humana y garantizar un futuro en el que todos los seres humanos puedan gozar de un desarrollo integral, como individuos y como comunidades».
También es necesario actuar en relación con la Inteligencia Artificial (IA), la última de las «vastas expansiones de las actividades industriales y de los maravillosos descubrimientos de la ciencia». Esta tecnología, sin embargo, «necesita urgentemente ser regulada», señaló el cardenal. Por su parte, la Santa Sede «desearía ver un marco regulador para la ética de la IA» que aborde, entre otras cosas, «la protección de datos, la responsabilidad, los prejuicios y el impacto de la IA en el empleo». Sobre todo, añadió Parolin en referencia a las generaciones más jóvenes, «es un imperativo asegurar un futuro digno para todos, garantizando las condiciones necesarias -incluido un entorno familiar acogedor- para facilitar la prosperidad, al tiempo que se afrontan los innumerables desafíos que la obstaculizan, incluidos los derivados de la pobreza, los conflictos, la explotación y la dependencia».
Concluyendo su discurso, el Cardenal se detuvo en el Pacto de la ONU para el Futuro, del que, dijo, la Santa Sede toma nota aunque expresando «reservas» sobre algunos de los conceptos utilizados. En primer lugar, los términos «salud sexual y reproductiva» y «derechos reproductivos»: «La Santa Sede cree que estos términos se aplican a un concepto holístico de salud, que abarcan, cada uno a su manera, a la persona en la totalidad de su personalidad, mente y cuerpo, y que favorecen el logro de la madurez personal en la sexualidad y el amor mutuo y la toma de decisiones que caracterizan la relación conyugal entre un hombre y una mujer en conformidad con las normas morales», aclaró el Secretario de Estado.
«La Santa Sede -continúó- no considera el aborto o el acceso al aborto o a los abortivos como una dimensión de estos términos». En cuanto al «género», de nuevo la Santa Sede entiende el término «como basado en la identidad sexual biológica masculina o femenina».
De ahí una llamada al desarrollo humano integral, del que «la dignidad es el fundamento» y el diálogo «el medio necesario». «Hoy se desvanece el sentido de pertenencia a una única familia humana y el sueño de trabajar juntos por la justicia y la paz parece anticuado y utópico», concluyó Parolin, «no tiene por qué ser así, si existe la voluntad de entablar un diálogo auténtico».