La canción “Diamante” es una parábola
sobre los dones, las virtudes, lo bueno que uno recibe sin querer y el
renunciamiento frente a aquellas cosas que, de poseerlas, perderían su belleza
y su misterio. Su autor es Fandermole.
Escuchen (lean) al genio de este autor… les juro que imagine a Mamerto
Esquiu cantando esta canción… por las veces que quizás no entendía en plenitud
la cantidad de dones que tenia dados por Dios y cómo con su suavísima humildad
que rehusaba cargos… esos misterios de Dios que elige anidar pechos ignotos…
pechos entregados… pechos sufridos de sufrimiento de otros y por otros… pulsar
de lejanías… imagino que le preguntaba a Dios… ¿Por queee? ¿Por qué yoooo…? No
puedo llevar este brillo… si soy tan simple… el único oro que tengo son las
ganas, mi Señor.. pero dandome cuenta… no puedo llevarlo cautivo… es como
cerrar la mano con un diamante fulgurante y grande que excede de luz los
resquicios en hendijas de los dedos… se lo ve… y brilla…
Me han regalado un
diamante y no sé qué hacer con tanta luz
Abro mi mano un instante y brilla hasta el cielo, limpiando el azul
Es, sobre todas las cosas, mi piedra preciosa, invisible en su faz
Y, en el envés transparente, su forma latente se vuelve real
Quién sabe por qué
misterio elige mi pecho para anidar
¿De qué incendiado silencio vendrá? ¿De qué punto del mapa estelar?
Me agujereó la camisa, marcándome dentro su cronicidad
Su pulsar de lejanía con relojería de puro cristal
Ahora voy, ya sin
aliento, planeando en el viento y llevándolo al mar
Voy a arrojarlo a la espuma entre el agua y la duna, y a verlo brillar
No puedo llevar conmigo este brillo cautivo, esta piedra lunar
En mi campo oscurecido, su luz de infinito no puede durar
Y él fulgura,
fulgura
Y me ciega su precioso don
Fulgura, criatura
Libre de la noche de mi corazón
A veces, llega del
cielo un presente que nunca nadie previó
Pero existe uno tan bello del que no quisiera tomar posesión
Vino su luz del vacío y me duele ponerlo de nuevo a viajar
Este regalo tardío no puede ser mío, sino del azar
Ahora voy, ya sin
aliento, planeando en el viento y llevándolo al mar
Voy a arrojarlo a la espuma, entre el agua y la duna, y a verlo brillar
No puedo llevar conmigo este brillo cautivo, esta piedra lunar
En mi campo oscurecido, su luz de infinito no puede durar
Y él fulgura,
fulgura
Y me ciega su precioso don
Fulgura, criatura
Libre de la noche de mi corazón
Fulgura, fulgura
Y me ciega su precioso don
Fulgura, criatura
Libre de la noche de mi corazón
No puedo llevar conmigo
este brillo cautivo, esta piedra lunar
Hay que abrazar a este
hombre humilde… hay que conocer a este fraile decidor, hay que escuchar a este
luminoso ser para que nos acerque a Dios y nos alumbre con respuestas para
estos tiempos argentinos…
A veces, llega del cielo
un presente que nunca nadie previó… dice también la canción…. Y qué bendición tuvo Catamarca… vino
del cielo hasta aquí.. a la tierra de la Virgen del Valle.
Obedeced
señores sin sumisión no hay ley.. decía fray Mamerto Esquiu. Y no está
diciendo simplemente que el que obedece no se equivoca. Si no más bien que
ambas se necesitan para una correcta interpretación… sumisión pero a la ley:
que aquí ley es seguridad. Sin ley no hay patria, no hay verdadera libertad,
nos enseñaba también… vuelve a contraponer o a ofrecer un binomio de cosas que
se necesitan. Es lo mismo que decir entonces sin espíritu no hay letra. La
carta magna que se precie de tal debe ser escuchada y obedecida sino, no pasará
más que de ser un libro polvoriento de biblioteca.
Ahora voy, ya sin aliento,
planeando en el viento y llevándolo al mar
Voy a arrojarlo a la espuma entre el agua y la duna, y a verlo brillar.
Gracias Mamerto por
arrojar tu diamante en las arenas de la historia argentina… ahora brilla… y
brilla más que nunca como faro…
Madre de Lujan, cercanos a
Ti y con fray Mamerto queremos gritar… Argentina levantate y camina.